Cuando se habla de burocracia, usualmente pensamos en el estado. Lo cierto es que la burocracia es una enfermedad endémica de todas las “grandes” empresas o instituciones. El estado, al ser la institución más “grande” de todas, sufre de forma más evidente esta enfermedad. En este contexto, la palabra “grande” sirve como peyorativo pues no exhibe grandeza, sino que se refiere a una vasta cantidad de recursos humanos y capitales desperdiciados.
Comparemos la estructura de una startup con la de una gran empresa. Las startups están compuestas de pocas personas, tienen procesos de toma de decisión simples y los empleados, al ser el único activo de verdadero valor de estas nacientes empresas, tienen grandes libertades de proponer, crear o modificar cualquier producto o servicio que se esté desarrollando. La motivación y la libertad creativa son el germen de la innovación.
Las grandes empresas por otra parte, tienen estructuras rígidas compuesta por una multitud de departamentos prácticamente aislados entre sí. Los empleados son vistos como piezas intercambiables de una máquina y la gerencia se obsesiona en el afán de controlar cada uno de sus movimientos para poder garantizar su máxima “eficiencia”. El afán de control y la falta de libertad de los empleados son la raíz misma de la burocracia. El proceso termina imponiéndose sobre las personas.
Yo trabajé en una startup y ahora trabajo en una “gran” empresa. Puedo ver claramente la diferencia entre ambos mundos y el peligro que representa la burocracia asfixiante que padece. Es por ello que hace unos meses intenté convencer a mis compañeros de adoptar Scrum, una metodología ágil de desarrollo de software que podíamos adaptar a las necesidades de una empresa de telecomunicaciones, es decir, nuestras necesidades. Mi primer paso: una presentación a todo mi grupo de la metodología y sus beneficios.
Los comentarios posteriores a la presentación, me permitieron vislumbrar el primer problema para implementar esta metodología. Scrum plantea que el equipo de trabajo no tenga líderes formales, la figura del “Maestro Scrum” es la de un facilitador que está al servicio del equipo y no al revés. El único actor que contempla Scrum con poder gerencial, es el llamado “Dueño del Producto” y su rol se limita a establecer prioridades y solventar dudas que tenga el equipo sobre el trabajo que se debe realizar. Se encarga de definir qué se debe hacer, no cómo se va a hacer, esta última es potestad exclusiva del equipo de trabajo.
Esta libertad de trabajo del equipo, que empodera a los empleados, disminuye la influencia del equipo gerencial en la toma de decisiones y por lo tanto, genera inquietud en ellos. En mi caso, esto no es algo tan grave pues conozco a estas personas y sé, que si seguía persevarando con mi mensaje, iban a comprender que cambiar nuestra metodología de trabajo iría en beneficio de todos. Esto no es así en todas las compañías, en tales casos se necesitaría del apoyo de la alta gerencia para poder sortear la negativa que plantearían los mandos medios de ceder parte de su autoridad.
Cuando empecé a plantearme un escenario real para implementar Scrum en un proyecto de ingeniería, me encontré con otro obstáculo. La mayoría de nosotros tenemos computadores de escritorio, no laptops ¿Cómo se suponía que iba a lograr que el grupo trabajara físicamente juntos? Es más, incluso si lográsemos tener todos laptops, la empresa no cuenta con internet WiFi dentro de las instalaciones y por tanto no tendríamos acceso a los nodos de la red que administramos. Para rematar, incluso si superamos todos esos escollos, no tendríamos un lugar propicio de trabajo donde pudiésemos reunirnos, lo único que existe en mi empresa son cubículos individuales y algunas oficinas para los gerentes !No tenemos áreas comúnes de trabajo!
Implementar Scrum no es tarea fácil, revolucionar la forma en que una empresa trabaja requiere de mucho esfuerzo y decidido apoyo del equipo ejecutivo de la compañía, pero estoy convencido de que el resultado compensa tanto esfuerzo. Solo espero poder atestiguar esta transformación !Guerra contra la burocracia empresarial!